Para el sábado 2 de diciembre de 2.023
Sábado 25 de noviembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 4; 2 Reyes 5:1-19; Juan 3:1-12; 7:43-52; Mateo 19:16-22; Juan 19:38-42.
PARA MEMORIZAR:
“¿Qué aprovecha el hombre si gana el mundo entero y pierde su vida? ¿Qué puede dar el hombre a cambio de su vida?” (Mat. 16:26).
Si bien se escribió hace muchos años, la Biblia, la Palabra de Dios, es la revelación de la verdad de Dios para nuestro mundo. Y, entre las muchas verdades que revela, está la de la naturaleza humana, y que básicamente somos todos iguales: pecadores necesitados de la gracia divina. Esto incluye a los ricos y los poderosos. Los ricos y los poderosos de los tiempos bíblicos no eran diferentes de los ricos y los poderosos de los tiempos modernos, especialmente en su búsqueda de riqueza, fama y poder, muchas veces (aunque no siempre) a expensas de los vulnerables. Sin embargo, Dios demuestra el mismo interés por la salvación de los ricos y los poderosos que por los débiles y los necesitados. Las Escrituras ofrecen algunos ejemplos apasionantes de personajes bíblicos que eran poderosos, o ricos o ambas cosas, y cómo Dios los utilizó para ser de bendición para las naciones: Abraham, Isaac, Job, Salomón y José, por citar algunos ejemplos. Esta semana, exploraremos la misión de Dios en favor de los ricos y los poderosos. Emprendamos el viaje para ver cómo Dios alcanzó a algunas de estas personas y cómo llama y prepara a los adventistas para dar testimonio a ellos también en la actualidad.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Aquellos que pertenecen a las altas esferas de la sociedad han de ser buscados con tierno afecto y consideración fraternal. Los hombres de negocios, los que se hallan en elevados puestos de confianza, los que poseen grandes facultades inventivas y discernimiento científico, los hombres de genio, los maestros del evangelio cuya atención no ha sido llamada a las verdades especiales para este tiempo: estos deben ser los primeros en escuchar el llamamiento. A ellos se les debe dar la invitación…
Rara vez se dirige alguien personalmente a los que son encumbrados en el mundo en virtud de su educación, su riqueza o vocación, para hablarles respecto a los intereses del alma. Muchos obreros cristianos vacilan en aproximarse a estas clases. Pero esto no debe ocurrir. Si un hombre se estuviera ahogando, no permaneceríamos sentados mirándolo perecer porque fuera un abogado, un comerciante o un juez. Si viésemos a algunas personas a punto de lanzarse a un precipicio, no vacilaríamos en instarlas a volver atrás, cualquiera fuera su posición u ocupación. Tampoco debemos vacilar en amonestar a los hombres con respecto al peligro del alma (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 182, 183).
Hay muchos… a quienes Dios desea poner en relación con su iglesia. Las simpatías de estos hombres están por el pueblo del Señor. Pero los lazos que los unen con el mundo los tienen fuertemente sujetos. Necesitan estos hombres valor moral para juntarse con las clases bajas. Hay que hacer esfuerzos especiales por estas almas que se encuentran en tan gran peligro a causa de sus responsabilidades y relaciones.
Mucho se ha dicho respecto a nuestro deber para con los pobres desatendidos; ¿no debe dedicarse alguna atención a los ricos desatendidos? Muchos no ven promesa en ellos, y poco hacen para abrir los ojos de los que, cegados y deslumbrados por el brillo de la gloria terrenal, no piensan en la eternidad. Miles de ricos han descendido al sepulcro sin que nadie los previniera. Pero por muy indiferentes que parezcan, muchos de ellos andan con el alma cargada. «El que ama el dinero no se hartará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto.» Eclesiastés 5:10 (El ministerio de curación, pp. 160, 161).
Hay otro peligro al cual están particularmente expuestos los ricos… Muchos que gozan de prosperidad en el mundo, y que nunca se dejaron arrastrar por los vicios ordinarios, se encaminan a la ruina por el amor de las riquezas. La copa más difícil de llevar no es la vacía, sino la que está llena hasta el borde. Esta es la que exige el mayor cuidado para conservarla en equilibrio. La aflicción y la adversidad traen consigo desengaño y tristeza; pero la prosperidad es lo más peligroso para la vida espiritual…
Muchas veces se piden oraciones por los que padecen enfermedad o sufren infortunios; pero los hombres a quienes se otorgó prosperidad e influencia necesitan aún más nuestras oraciones…
[L]os que se encuentran, por así decirlo, en la cumbre, y a quienes, debido a su situación, se les atribuye sabiduría, son los que corren el mayor peligro. A menos que confíen en Dios, caerán seguramente (El ministerio de curación, pp. 162, 163).
Domingo 26 de noviembre
NABUCODONOSOR
Como adventistas del séptimo día, creemos en lo que se conoce como la “expiación ilimitada”. Esto significa que, a diferencia de la postura de algunos cristianos, creemos que la muerte de Cristo fue por toda la humanidad, no únicamente por un grupo especial de los predestinados por Dios para la salvación. Porque Dios “desea que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:4), Jesús se ofreció como sacrificio “por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2). Por eso todos fuimos elegidos “en él desde antes de la creación del mundo” (Efe. 1:4), aunque no todos lo elijan a él. Por consiguiente, también, encontramos relatos en la Biblia de todo tipo de personas que son alcanzadas para Dios.
Lee Daniel 4. ¿Qué le sucedió al rey aquí, y qué nos dice esto acerca de la salvación que llegó a uno de los hombres más poderosos del mundo?
Daniel 4
1 Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. 2 Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. 3 ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación. 4 Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. 5 Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron. 6 Por esto mandé que vinieran delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me mostrasen la interpretación del sueño. 7 Y vinieron magos, astrólogos, caldeos y adivinos, y les dije el sueño, pero no me pudieron mostrar su interpretación, 8 hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el espíritu de los dioses santos. Conté delante de él el sueño, diciendo: 9 Beltsasar, jefe de los magos, ya que he entendido que hay en ti espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se te esconde, declárame las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación. 10 Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande. 11 Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. 12 Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne. 13 Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo. 14 Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. 15 Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra. 16 Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos. 17 La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres. 18 Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos. 19 Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, quedó atónito casi una hora, y sus pensamientos lo turbaban. El rey habló y dijo: Beltsasar, no te turben ni el sueño ni su interpretación. Beltsasar respondió y dijo: Señor mío, el sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para los que mal te quieren. 20 El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte, y cuya copa llegaba hasta el cielo, y que se veía desde todos los confines de la tierra, 21 cuyo follaje era hermoso, y su fruto abundante, y en que había alimento para todos, debajo del cual moraban las bestias del campo, y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo, 22 tú mismo eres, oh rey, que creciste y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra. 23 Y en cuanto a lo que vio el rey, un vigilante y santo que descendía del cielo y decía: Cortad el árbol y destruidlo; mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce en la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias del campo sea su parte, hasta que pasen sobre él siete tiempos; 24 esta es la interpretación, oh rey, y la sentencia del Altísimo, que ha venido sobre mi señor el rey: 25 Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere. 26 Y en cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, significa que tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna. 27 Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad. 28 Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor. 29 Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, 30 habló el rey y dijo: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? 31 Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; 32 y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. 33 En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves. 34 Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. 35 Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? 36 En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. 37 Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.
Un ejemplo sorprendente en la Biblia de cómo Dios alcanza a los incrédulos poderosos es la historia del rey Nabucodonosor. El juicio de Dios se ejecutó sobre él de una manera similar a la de algunos reyes israelitas (ver, por ejemplo, 2 Crón. 32:25, 26; 1 Rey. 14:21-31; 1 Sam. 28). El relato bíblico de Nabucodonosor, quien recapacitó y reconoció al Dios creador, muestra que Dios se preocupa tanto por los ricos y los poderosos como por los débiles y los necesitados. En el versículo 37, el hombre más poderoso de la Tierra declaró: “Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdad, sus caminos justos y puede humillar a los que andan con soberbia” (Dan. 4:37). ¡Ojalá todos los ricos, los poderosos y los soberbios de entre los mortales comprendieran esta verdad!
¿Qué podemos aprender de esta historia? En primer lugar, Dios utiliza a creyentes comprometidos, como Daniel, como puente para llegar a los incrédulos poderosos. En segundo lugar, Dios puede intervenir directamente en el proceso de testificación para alcanzar a los incrédulos poderosos. Dios humilló a Nabucodonosor por su orgullo y su arrogancia. Y, aunque esta fue una historia muy dramática, hay muchas otras maneras en las que los ricos, los poderosos y los arrogantes pueden ser humillados.
Aunque no seamos ricos ni poderosos según los criterios del mundo, ¿por qué debemos tener cuidado de evitar el tipo de arrogancia que había manifestado este rey? ¿Por qué tener esa actitud es más fácil de lo que pensamos?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Dios quiere que todos los hombres se salven, porque se ha hecho una amplia provisión para pagar el rescate del hombre, mediante su Hijo unigénito. Aquellos que perezcan, perecerán porque rehusarán ser adoptados como hijos de Dios a través de Jesucristo. El orgullo del hombre le impide que acepte la provisión para la salvación. Pero el mérito humano no bastará para admitir un hombre a la presencia de Dios. Lo que hace aceptable a un hombre delante de Dios, es la gracia impartida de Cristo, a través de la fe en su nombre. No se puede colocar ninguna confianza en las obras, ni en los felices vuelos de los sentimientos, como evidencia de que los hombres han sido elegidos por Dios, porque los elegidos lo son a través de Cristo.
Jesús dice: «Y al que a mí viene, no le echo fuera». Juan 6:37. Cuando el pecador arrepentido acude a Cristo, consciente de su culpa y de su indignidad, comprendiendo que merece el castigo, pero confiando en la misericordia y el amor de Cristo, él no lo echará afuera (Nuestra elevada vocación, p. 80).
El deseo de glorificar a Dios fue el más poderoso de todos los motivos en la vida de Daniel. Comprendía que cuando estaba en la presencia de hombres influyentes, una 180 falla en reconocer a Dios como el origen de su sabiduría lo hubiera convertido en un mayordomo infiel. Y su constante reconocimiento del Dios del cielo delante de reyes, príncipes y estadistas, no disminuyó su influencia en lo más mínimo. El rey Nabucodonosor, delante de quien Daniel honró con tanta frecuencia el nombre de Dios, finalmente se convirtió plenamente, y aprendió a engrandecer y glorificar «al Rey del cielo».
El rey que ocupaba el trono de Babilonia se convirtió en un testigo de Dios que dio un testimonio cálido y elocuente, que brotaba de un corazón agradecido que estaba participando de la misericordia y la gracia, de la justicia y la paz, de la naturaleza divina (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, pp. 1 191, 1192).
Mientras se trabaje por los ricos se presentarán muchos motivos de desaliento, se tropezarán con muchas revelaciones angustiosas. Pero todo es posible con Dios. Él puede y quiere obrar mediante agentes humanos e influirá en el espíritu de quienes dedican su vida a ganar dinero.
Veránse realizar milagros de conversiones verdaderas, milagros que hoy no se advierten. Los hombres más eminentes de la tierra no son inaccesibles para el poder del Dios que obra maravillas. Si los que colaboran con él cumplen su deber valiente y fielmente, Dios convertirá a personas que desempeñan puestos de responsabilidad, a hombres de inteligencia e influencia. Mediante el poder del Espíritu Santo, muchos serán inducidos a aceptar los principios divinos (El ministerio de curación, pp. 165, 166).
Lunes 27 de noviembre
NAAMÁN
Cristo murió por todos, independientemente de su origen, riqueza, etnia o estatus. Dios está alcanzando a poderosos del mundo no cristiano y espera que vivan a la altura de la luz que tienen (ver Elena de White, Los hechos de los apóstoles, pp. 342, 343).
Lee 2 Reyes 5:1 al 19. ¿Qué podemos aprender de esta historia acerca de la manera de alcanzar a la gente para el Señor?
2 Reyes 5:1-19
1 Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. 2 Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. 3 Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. 4 Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. 5 Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos. 6 Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra. 7 Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que este envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí. 8 Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel. 9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo. 10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. 11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. 12 Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. 13 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? 14 Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio. 15 Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo. 16 Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso. 17 Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová. 18 En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo. 19 Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra.
En 2 Reyes 5:17 al 19, Naamán hizo dos peticiones inusuales después de que Dios lo sanó de la lepra. En primer lugar, pidió llevar dos mulas cargadas de tierra de Israel a Siria, con el propósito de adorar al Dios vivo. Dijo: “Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrenda a otro dios sino al Señor” (2 Rey. 5:17). En segundo lugar, Naamán pidió permiso para inclinarse junto a su rey, aunque ya no adoraría a los dioses de su rey.
Ahora Naamán creía en el único Dios verdadero. Sin embargo, todavía tenía creencias paganas. Su pedido de llevarse tierra de Israel indicaba que no entendía completamente al Dios creador. Tal vez supuso que necesitaba llevar tierra porque, en su cosmovisión, Dios es territorial, como sus antiguos dioses; ¿o tal vez quería construir un altar con la tierra de Israel? De cualquier manera, su creencia en Dios estaba mezclada con sus antiguas creencias. La historia de Naamán ofrece un contexto para los no cristianos que se acercan a Cristo en la actualidad. Una lección que podemos aprender de la historia de Naamán es que los cambios de cosmovisión llevan tiempo.
La segunda petición era más preocupante. ¿Por qué Naamán pedía permiso para inclinarse junto con su rey para luego pedir a Dios que lo perdonara? La respuesta del profeta nos da una pista: “Ve en paz” (2 Rey. 5:19). Como poderoso de Siria, Naamán tenía deberes que cumplir que suponían un reto para su nueva fe. Es importante que los nuevos creyentes, especialmente los que provienen de otras religiones, reciban apoyo y orientación para hacer frente a las exigencias culturales y sociales de su vida pasada antes de ser una persona de fe.
Recuerda, Naamán dejó su país impío como leproso y regresó como un hombre sanado y un discípulo del Dios creador. Acababa de comenzar su experiencia. Necesitaba tiempo para crecer.
¿Qué lecciones debemos aprender de esta historia acerca de no presionar a la gente demasiado rápido, especialmente a quienes vienen de una cultura o trasfondo no cristiano?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Pocos comprenden el pleno significado de las palabras que Cristo habló cuando, en la sinagoga de Nazaret, se anunció como el Ungido. Declaró que su misión era consolar, bendecir y salvar a los afligidos y pecadores. Luego, viendo que el orgullo y la incredulidad dominaban los corazones de sus oyentes, les recordó que en tiempos pasados Dios se había apartado de su pueblo escogido por causa de su incredulidad y rebelión y se había manifestado a los habitantes de tierras paganas que no habían rechazado la luz del cielo. La viuda de Sarepta y Naamán el siro, habían vivido de acuerdo con toda la luz que tenían, por lo cual se los consideró más justos que el pueblo escogido de Dios que se había apartado de él y había sacrificado sus principios a las conveniencias y honores mundanales (Los hechos de los apóstoles, p. 333).
Hay personas particularmente idóneas para trabajar entre las clases altas. Necesitan pedir a Dios sabiduría para alcanzarlas, y no contentarse con un conocimiento casual de ellas, sino procurar despertarlas, mediante su esfuerza personal y su fe viva, para que sientan las necesidades del alma, y sean llevadas al conocimiento de la verdad que está en Jesús.
Muchos se figuran que para alcanzar a las clases altas, hay que adoptar un modo de vivir y un método de trabajo adecuado a los gustos desdeñosos de ellas. Consideran de suma importancia cierta apariencia de fortuna, los costosos edificios, trajes y atavíos, el ambiente imponente, la conformidad con las costumbres mundanas y la urbanidad artificiosa de las clases altas, así como su cultura clásica y lenguaje refinado. Esto es un error. El modo mundano de proceder para alcanzar las clases altas no es el modo de proceder de Dios. Lo que surtirá efecto en esta tarea es la presentación del evangelio de Cristo de un modo consecuente y abnegado (El ministerio de curación, p. 164).
La verdad debe presentarse con tacto celestial, cortesía y ternura. Debe proceder de un corazón que se haya enternecido y que haya sentido simpatía por los demás. Necesitamos establecer una comunión íntima con Dios, para que el yo no renazca… Para que no derramemos un raudal de palabras impropias, que no son ni como el rocío, ni como la lluvia que vivifica las plantas que se agostan. Al tratar de ganar a otros debemos utilizar palabras amables. Dios concederá sabiduría a quien busque sabiduría de lo alto. Debemos procurar encontrar oportunidades en todas circunstancias; debemos velar en oración; debemos estar listos para responder con sencillez y temor acerca de nuestra esperanza. Elevemos de continuo nuestros corazones a Dios, no sea que impresionemos negativamente a cualquier persona por la cual Cristo murió; para que podamos hablar la palabra apropiada en el momento apropiado. Cuando así obremos en favor de Dios, el Espíritu será nuestro ayudador. El Espíritu Santo usará las palabras que hemos pronunciado amorosamente en favor de las almas. La verdad tendrá un poder vigorizante cuando sea hablada bajo la influencia de la gracia de Cristo (Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 399, 400).
Martes 28 de noviembre
TESTIFICAR A LOS INSTRUIDOS: NICODEMO
Nicodemo era un hombre culto. La Biblia lo describe como un gobernante de los judíos (Juan 3:1). Jesús se refirió a él como maestro de Israel (Juan 3:10). Conocía bien la Biblia y tenía sed espiritual del Señor. Desde una perspectiva humana, podía parecer un seguidor de Dios. Guardaba todos los mandamientos y era un líder respetado entre los judíos. Era poderoso y rico. Muchos consideran que estas cosas eran señales de que Dios lo había bendecido. Sin embargo, resulta que estas apariencias superficiales eran únicamente eso: apariencias superficiales.
Lee Juan 3:1 al 12. ¿Qué revela esta historia acerca de las necesidades espirituales de Nicodemo y cómo las abordó Jesús de inmediato?
Juan 3:1-12
1 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,[a] espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento[b] sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. 9 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
Cuando Nicodemo se acercó a Jesús, trató de salvar las apariencias, el statu quo. Pero Dios conocía su corazón. Del mismo modo, Dios conoce el corazón y las necesidades de todos los ricos y los poderosos, sin importar su origen. Nicodemo fue a Jesús porque sus enseñanzas lo habían convencido. Su orgullo le impedía confesar abiertamente a Jesucristo como Señor, pero aquella noche lo cambió para siempre. Incluso después de convencerse de que Jesús era el enviado de Dios, siguió sin reconocer abiertamente que era seguidor de Jesucristo.
Lee Juan 7:43 al 52 y Juan 19:39. ¿Qué nos dicen estos textos acerca de Nicodemo y Jesús?
Juan 7:43-52
43 Hubo entonces disensión entre la gente a causa de él. 44 Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano. 45 Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y estos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? 46 Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! 47 Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados? 48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? 49 Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es. 50 Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos: 51 ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho? 52 Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.
Juan 19:39
39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras.
En estos versículos podemos ver que Nicodemo, obviamente, había quedado tremendamente impactado por Jesús. Intentó protegerlo cuando Jesús estaba vivo y luego honrarlo después de su muerte. Sin duda, Jesús había tocado a Nicodemo, quien por más alarde de su conocimiento y sabiduría que hiciera, tenía una gran necesidad del Salvador, como todos nosotros.
¿Por qué debemos tener cuidado con la trampa de pensar que, dado que “tenemos la verdad” (y la tenemos), entonces el solo conocimiento de esta verdad es suficiente para salvarnos? ¿Cuántas almas se perderán que tenían conocimiento más que suficiente para salvarse, incluyendo el mensaje de los tres ángeles?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El éxito en la proclamación del mensaje evangélico no depende de sabios discursos, testimonios elocuentes o profundos argumentos. Depende de la sencillez del mensaje y de su adaptación a las almas que tienen hambre del pan de vida. «¿Qué haré para ser salvo?» Este es el anhelo del alma.
Millares de personas pueden ser alcanzadas en la forma más sencilla y humilde. Los más intelectuales, aquellos que son considerados como los hombres y las mujeres mejor dotados del mundo, son frecuentemente refrigerados por las palabras sencillas de alguien que ama a Dios, y que puede hablar de ese amor tan naturalmente como los mundanos hablan de las cosas que más profundamente les interesan (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 231, 232).
Nicodemo era miembro del Sanedrín, y con otros había sido conmovido por la enseñanza de Jesús. Al presenciar las maravillosas obras de Cristo, se había apoderado de él la convicción de que ése era el enviado de Dios. Por cuanto era demasiado orgulloso para reconocer abiertamente su simpatía por el Maestro galileo, había procurado tener una entrevista secreta. En esa entrevista, Jesús le había expuesto el plan de la salvación y su misión en el mundo; sin embargo, Nicodemo había seguido vacilante. Ocultó la verdad en su corazón, y por tres años hubo poco fruto aparente. Pero, aunque Nicodemo no había reconocido públicamente a Cristo, repetidas veces había desbaratado en el Sanedrín las maquinaciones de los sacerdotes de destruirlo. Cuando al fin Cristo fue crucificado, Nicodemo recordó las palabras que le había hablado en la entrevista nocturna en el Monte de las Olivas: «Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado» (Juan 3: 14); y vio en Jesús al Redentor del mundo…
Cuando los judíos trataron de destruir la naciente iglesia, Nicodemo salió en su defensa. Libre ya de la cautela y dudas anteriores, estimuló la fe de los discípulos y empleó su riqueza en ayudar a sostener la iglesia de Jerusalén, y en llevar adelante la obra del evangelio. Aquellos que en otros días le habían rendido homenaje, ahora le despreciaban y per seguían; y llegó a ser pobre en los bienes de este mundo; no obstante, no vaciló en la defensa de su fe (Los hechos de los apóstoles, pp. 85, 86).
Lo que hizo el apóstol Pablo al encontrarse con los filósofos de Atenas encierra una lección para nosotros. Al presentar el evangelio ante el tribunal del Areópago, Pablo contestó a la lógica con la lógica, a la ciencia con la ciencia, a la filosofía con la filosofía. Los más sabios de sus oyentes quedaron atónitos. No podían rebatir las palabras de Pablo. Pero este esfuerzo dio poco fruto. Escasos fueron los que aceptaron el evangelio. En lo sucesivo Pablo adoptó un procedimiento diferente. Prescindió de complicados argumentos y discusiones teóricas, y con sencillez dirigió las miradas de hombres y mujeres a Cristo, el Salvador de los pecadores…
Que aquellos que trabajan por las clases altas se porten con verdadera dignidad, teniendo presente que tienen a ángeles por compañeros. Embargue su mente y su corazón el «Escrito está.» Tengan siempre colgadas en el aposento de su memoria las preciosas palabras de Cristo. Hay que estimarlas más que el oro o la plata (El ministerio de curación, pp. 164, 165).
Miércoles 29 de noviembre
MISIÓN EN FAVOR DE LOS RICOS
Lee Mateo 19:16 al 22. ¿Qué lecciones podemos aprender de esta historia en la que, a diferencia de Nicodemo, una persona no aceptó a Jesús?
Mateo 19:16-22
16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? 17 Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. 22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
La interacción de Jesús con el joven rico muestra lo peligrosa que puede ser la riqueza. Fíjate en estas palabras: “Repito: Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico en el Reino de Dios” (Mat. 19:24). Esto, por supuesto, no significa que los ricos no puedan salvarse, sino solo que, si no tienen cuidado, sus riquezas pueden ser realmente un impedimento para la salvación.
A fin de cuentas, los ricos y los pobres se enfrentan al mismo destino: la tumba. Esto significa que los ricos necesitan la salvación tan desesperadamente como los demás. El dinero no puede comprar la exención de la muerte; esa exención es un don que Jesús ofrece gratuitamente a quien la reclame por fe: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Juan 11:25).
Lee Lucas 19:1 al 10. ¿Cuál es la diferencia entre esta historia y la del joven rico?
Lucas 19:1-10
1 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Zaqueo respondió a Jesús de una manera que, lamentablemente, no lo hizo el joven rico. Nota que Jesús no le dijo a Zaqueo que vendiera lo que tenía para dárselo a los pobres, como hizo con el joven rico. Jesús debió haber sabido cuán atado a su dinero estaba el joven rico, y por eso le dijo eso. En contraste, aunque no sabemos todo lo que hablaron cuando Jesús estuvo en su casa, Zaqueo se convirtió a Jesús y supo que tenía que hacer algunos cambios en su vida, especialmente en lo relacionado con sus riquezas.
“¿Qué aprovecha el hombre si gana el mundo entero y pierde su vida? ¿Qué puede dar el hombre a cambio de su vida?” (Mat. 16:26). ¿Qué deberían decirnos estas palabras a todos?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Hay una obra que hacer en favor de los ricos. Ellos necesitan ser despertados a su responsabilidad como personas a quienes se han encomendado los dones del cielo. Necesitan que se les recuerde que han de dar cuenta ante Aquel que juzgará a los vivos y los muertos. El hombre rico ha menester que se trabaje por él con el amor y el temor de Dios. Demasiado a menudo confía en sus riquezas y no siente su peligro. Los ojos de su mente necesitan ser atraídos a las cosas de valor perdurable. Debe reconocer la Autoridad llena de verdadera bondad, que dice: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga». Mateo 11:28-30 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 182).
El [joven rico] miraba a Cristo con admiración. Su corazón era atraído hacia el Salvador. Pero no estaba listo a aceptar el principio del sacrificio propio expresado por el Salvador. Elegía sus riquezas antes que a Jesús. Anhelaba la vida eterna, pero no quería recibir en el alma ese amor abnegado, el único que es vida, y con un corazón pesaroso se apartó de Cristo.
Al alejarse el joven, Jesús dijo a sus discípulos:… «¡Hijos, cuán difícil es entrar en el reino de Dios, los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios. Y ellos se espantaban más». Ahora se daban cuenta de que ellos mismos estaban incluidos en la solemne amonestación. A la luz de las palabras del Salvador, fue revelado su propio anhelo secreto de poder y riquezas (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 324, 325).
La Biblia no condena a nadie por rico, si adquirió honradamente su riqueza. La raíz de todo mal no es el dinero, sino el amor al dinero. Dios da a los hombres la facultad de enriquecerse; y en manos del que se porta como administrador de Dios, empleando generosamente sus recursos, la riqueza es una bendición, tanto para el que la posee como para el mundo. Pero muchos, absortos en su interés por los tesoros mundanos, se vuelven insensibles a las demandas de Dios y a las necesidades de sus semejantes. Consideran sus riquezas como medio de glorificarse. Añaden una casa a la otra, y una tierra a otra tierra; llenan sus mansiones de lujos, mientras que alrededor de ellos hay seres humanos sumidos en la miseria y el crimen, en enfermedades y muerte. Los que así dedican su vida al egoísmo no desarrollan los atributos de Dios, sino los del maligno.
Estos hombres necesitan del evangelio. Necesitan que se les aparte la vista de la vanidad de las cosas materiales a lo precioso de las riquezas duraderas. Necesitan aprender cuánto gozo hay en dar, y cuánta bendición resulta de ser colaboradores de Dios (El ministerio de curación, p. 163).
Jueves 30 de noviembre
MISIÓN EN FAVOR DE LOS PODEROSOS
Jesús sabía cómo hacerse amigo de los poderosos. Muchos de ellos lo admiraban y lo respetaban, y al mismo tiempo, también muchos lo despreciaban. Los poderosos de la Biblia que acudieron a Jesús en busca de ayuda seguramente sintieron que él se preocupaba por ellos. Además, muchos de los ricos y los poderosos no acudieron abiertamente a Jesús de inmediato; esperaron hasta estar seguros de que Jesús fuera realmente el Hijo de Dios. Ese fue el caso de Nicodemo y de José de Arimatea.
Lee Mateo 27:57 al 60 (ver también Mar. 15:43-47; Luc. 23:50-53; Juan 19:38-42). ¿Qué nos dice este relato acerca de la manera en que el Señor utilizó a un rico que evidentemente había quedado impactado por Jesús?
Mateo 27:57-60
57 Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. 58 Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. 59 Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, 60 y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue.
Marcos 15:43-47
43 José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 44 Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. 45 E informado por el centurión, dio el cuerpo a José, 46 el cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. 47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.
Lucas 23:50-53
50 Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo. 51 Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos, 52 fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 53 Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie.
Juan 19:38-42
38 Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. 39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. 40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. 41 Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. 42 Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.
Hasta este momento, no habíamos oído nada de José de Arimatea. De repente, aparece este rico, casi de la nada, y es utilizado para ayudar a cumplir la profecía. Dios usó, y seguirá usando, a los ricos para sus propósitos. Por lo tanto, nosotros también debemos tener una misión en favor de ellos.
Una de las fases más difíciles a la hora de entablar amistad con gente poderosa es definir por dónde empezar. En general, es mejor no perseguirlos; deja que ellos vengan a ti. Jesús hizo esto; ellos se convirtieron en testigos de su mensaje, de su sanación y del poder de Dios. Mientras mantenían un perfil bajo, se convencieron de que él era verdaderamente el Hijo de Dios.
Los poderosos tratarán de colaborar con un ministerio auténtico por varias razones. Quieren formar parte de algo bueno que cambie la vida de la gente. Y ellos saben que de esta manera su vida también puede ser transformada. Es una forma sutil de que los ricos y los poderosos obtengan la ayuda que necesitan sin revelar públicamente sus necesidades.
La segunda fase consiste en iniciar un auténtico ministerio como un medio para que los ricos y los poderosos formen parte del ministerio de Dios. Dedica algún tiempo a atender y considerar la vida de los ricos y los poderosos de tu sociedad.
Desafío: Añade a tu lista de oración diaria a alguien que esté en una posición de poder, que no sea creyente y que sea alguien con quien podrías entrar en contacto de tanto en tanto.
Desafío avanzado: Escribe una carta o un correo electrónico a alguien que está en un puesto de poder (aunque sea alguien que no conozcas) y dile que estás orando por él o ella.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
José de Arimatea y Nicodemo vinieron en auxilio de los discípulos. Ambos hombres eran miembros del Sanedrín y conocían a Pilato. Ambos eran hombres de recursos e influencia. Estaban resueltos a que el cuerpo de Jesús recibiese sepultura honrosa.
José fue osadamente a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús…
Ni José ni Nicodemo habían aceptado abiertamente al Salvador mientras vivía. Sabían que un paso tal los habría excluido del Sanedrín, y esperaban protegerle por su influencia en los concilios. Durante un tiempo, pareció que tenían éxito; pero los astutos sacerdotes, viendo cómo favorecían a Cristo, habían estorbado sus planes. En su ausencia, Jesús había sido condenado y entregado para ser crucificado. Ahora que había muerto, ya no ocultaron su adhesión a él (El Deseado de todas las gentes, pp. 718, 719).
Necesitamos que un poder se posesione de nosotros ahora y nos conmueva a tener diligencia y fe ferviente. Entonces, bautizados por el Espíritu Santo, tendremos a Cristo, la esperanza de gloria, formado en nosotros. Entonces exhibiremos a Cristo como el objeto divino de nuestra fe y nuestro amor. Hablaremos de Cristo; oraremos a Cristo y acerca de Cristo. Alabaremos su santo nombre. Presentaremos ante el pueblo sus milagros, su abnegación, su sacrificio propio, sus sufrimientos, su crucifixión, su resurrección y su ascensión triunfal. Estos son los temas inspiradores del evangelio para despertar amor y fervor intenso en cada corazón…
Necesitamos nosotros mismos tener una viva relación con Dios, a fin de enseñar a Jesús a otros. Entonces podremos transmitir la viviente experiencia personal de lo que Cristo es para nosotros por experiencia y fe. Hemos recibido a Cristo, y con fervor divino podemos hablar de aquello que es un poder que reside en nosotros. La gente debe ser atraída a Cristo. Debe darse prominencia a su eficacia salvadora.
Los que verdaderamente aprenden sentándose a los pies de Jesús, descubren las preciosas gemas de verdad pronunciadas por nuestro Salvador, y discernirán su significado y apreciarán su valor. Y al hacerse más humildes y estar dispuestos a ser enseñados, su comprensión se abrirá para descubrir las cosas maravillosas de su ley, pues Cristo las ha presentado en forma clara y precisa (Mensajes selectos, t. 3, pp. 211-213).
Si solo comprendiéramos cuán diligentemente trabajó Cristo para sembrar la semilla del evangelio… Trabajaríamos incansablemente repartiendo el Pan de Vida a las almas moribundas.
Captemos el espíritu del gran Maestro. Aprendamos del Amigo de los pecadores cómo ayudar a las almas enfermas de pecado. Su corazón siempre se conmovía con la angustia humana…
Los siervos de Dios deben trabajar por las clases más altas, pero esto no significa que deben atarse con los grandes de la tierra, dependiendo de ellos para obtener fortaleza, influencia y éxito. El Señor muchas veces inclinará los corazones de los que están en posiciones de responsabilidad para otorgar favores al pueblo que guarda los mandamientos de Dios. Pero cuando los siervos de Dios lo abandonan para buscar el reconocimiento de los hombres de la tierra, cambian el poder por la debilidad (Alza tus ojos, pp. 328, 329).
Viernes 1 de diciembre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, El ministerio de curación, “Ministerio entre los ricos”, pp. 160-166; y Reflejemos a Jesús, “La muchacha cautiva muestra preocupación por Naamán”, p. 329.
El amor de Jesús es el mismo por los pobres que por los ricos y los poderosos del mundo. Murió tanto por los príncipes como por los indigentes. Jesús conocía la manera más eficaz de llegar al corazón de ellos. Nos advirtió que “es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de Dios” (Mar. 10:25). Esta semana tenemos el desafío de llegar a los poderosos y los ricos con el evangelio de Jesucristo. Ellos necesitan la salvación tanto como los demás; aunque, por desgracia, no se den cuenta de ello debido a la sensación de “seguridad” que creen que les ofrece su riqueza.
“Mucho se ha dicho con respecto a nuestro deber hacia los pobres desatendidos; pero ¿no debe dedicarse alguna atención a los ricos desatendidos? […] Miles de ricos han descendido al sepulcro sin que nadie los previniera. Pero, por muy indiferentes que parezcan, muchos de ellos andan con el alma cargada” (Elena de White, El ministerio de curación, pp. 160, 161).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Jesús derribó las barreras de casta y de clase al ministrar a ricos y a pobres durante su ministerio terrenal. ¿Cómo abordamos los adventistas esta cuestión de la brecha entre ricos y pobres, tan arraigada en todas nuestras sociedades?
- Jesús dijo lo siguiente: “El que fue sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y queda sin fruto” (Mat. 13:22). ¿Qué crees que quiso decir Jesús con “el engaño de las riquezas”? ¿Por qué no necesariamente tenemos que ser ricos para ser engañados por las riquezas?
- En clase, repasen la pregunta al final del estudio del martes sobre el hecho de que conocer la verdad no es lo mismo que ser salvo. ¿Por qué esta es una distinción tan importante para nosotros? Si conocer la verdad no es lo único que nos salva, ¿qué es lo que nos salva?
- ¿Qué otras razones se te ocurren de por qué el joven rico rechazó a Jesús mientras que Zaqueo lo aceptó?